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"Culpa buena" y el poder de elegir en la maternidad

Hoy en día, tengo la maravillosa oportunidad de permitir que mis hijas duerman un poco más algunos días de semana y llevarlos al colegio más tarde. En una mañana como esta, cuando lo hice, me di cuenta de que si estuviera trabajando a tiempo completo en una empresa, probablemente no tendría esa libertad. Y entonces, aunque ya he tomado la decisión de volver a trabajar a tiempo completo, a veces me asaltan las dudas, esa sensación de "dar marcha atrás", con la angustia de pensar en perder esa posibilidad. Tener esta flexibilidad es una de las cosas que valoro de trabajar desde casa de manera independiente, en un horario part-time.



En estos días he estado reflexionando y me he dado cuenta de que, a lo largo de estos años en los que me he dedicado principalmente a ser mamá, aunque a veces me quejo de las cosas que he sacrificado, he sido coherente con una elección que hice conscientemente: priorizar estar cerca de mis hijas y ser una presencia constante en sus vidas, a pesar de posponer mi desarrollo profesional. Cuando veo esto desde una perspectiva de coherencia, las quejas empiezan a perder peso y me doy cuenta de que, para mí, el sacrificio vale la pena.


Fue una elección que hice, y apropiarme de esa decisión me ayuda a verla de manera más positiva. Durante estos primeros años de sus vidas, mi deseo era estar más presente en su crecimiento, y eso está teniendo un impacto positivo en ellas y en nuestra relación. No estoy diciendo que esta sea la elección adecuada para todas las mamás, ni que todas tengan la capacidad de hacerlo, por lo que me siento aún más agradecida por la oportunidad que tuve de hacerlo.


Me vi obligada a fortalecer mi determinación en seguir adelante con mi decisión, incluso si sentía culpa. Como mi psicóloga me ha dicho, es una "culpa buena", y estoy aprendiendo a manejarla.

Esta fue mi elección, y ha tenido un costo. El costo ha sido alto en términos financieros y, en ocasiones, ha afectado nuestra relación de pareja y mi progreso profesional. Estos desafíos también me han llevado a dudar de mi elección en momentos difíciles.


Sin embargo, cuando tomé esta decisión, no estaba completamente consciente de los costos involucrados. La elección no fue algo que decidí de una vez por todas, sino que se fue desarrollando con el tiempo. Escuché mi intuición, lo que mi corazón me decía acerca del tipo de vínculo que quería construir con mis hijas y lo que necesitaba en mi vida.


A pesar de todo, cada elección conlleva un precio, y estoy dispuesta a pagar ese precio porque he querido estar presente en sus vidas. Veo los frutos en cómo crecen sanas y amorosas. Ahora que veo esta elección como una inversión en el tipo de relación que quería con mis hijas y en cómo quería vivir mi papel de madre, siento que ha valido la pena con creces, y me siento afortunada por haber tenido la oportunidad de hacerlo. Si pudiera retroceder en el tiempo, lo único que cambiaría es ser más consciente de mi elección desde el principio y de los ajustes que tendríamos que hacer en nuestras vidas para que la transición fuera más armoniosa.


Actualmente, estoy en medio de la transición para volver a trabajar más horas al día, y es un cambio que requiere esfuerzo. Por ejemplo, el domingo pasado tuve que trabajar por la tarde y me sentí llena de culpa por no poder pasar tiempo con mis hijas. Habíamos planeado ir a la piscina, y al principio les prometí que las llevaría. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y veía que mi trabajo no avanzaba, tuve que decirles que no podía cumplir con nuestro plan, y reaccionaron con desilusión, con toda razón. Me vi obligada a fortalecer mi determinación en seguir adelante con mi decisión, incluso si sentía culpa. Como mi psicóloga me ha dicho, es una "culpa buena", y estoy aprendiendo a manejarla. Creo que esta habilidad es fundamental en este momento de cambio.


En última instancia, sigo entendiendo que cada elección tiene sus costos, algo que a veces me cuesta aceptar. Pero también me recuerdo a mí misma que, mientras atravieso esta transición hacia una mayor actividad laboral, lo mejor es apreciar lo que tengo en este momento. Compartí esto con una amiga que está en una situación similar: "La flexibilidad que tenemos ahora mismo, aunque no implique muchos ingresos, es un privilegio inmenso. Podemos estar ahí con nuestros hijos y, si un día necesitan dormir un poco más tarde, tenemos la libertad de permitírselo".


En conclusión, para aquellas mamás que se encuentran en un dilema similar, quiero alentarlas a que vean las ganancias y lo positivo de las decisiones que han tomado, porque esas elecciones no fueron hechas a la ligera. Cada uno de nosotros tiene un camino único, y nuestras decisiones están moldeadas por nuestros valores, sueños y deseos profundos.


A veces, podemos centrarnos en los costos que hemos tenido que pagar, en lugar de apreciar las recompensas que hemos obtenido. Es crucial recordar que lo más importante es traer conciencia a nuestras decisiones. Pregúntate a ti misma qué te mueve, cuál es tu visión de vida y cuáles son tus valores fundamentales. Cuando tienes claridad en estos aspectos, te resultará más fácil navegar por las transiciones y los desafíos que puedan surgir.


Así que, aunque cada elección conlleva sus propios desafíos y sacrificios, también es un paso hacia la realización de tus objetivos y la construcción de la vida que deseas. Sé amable contigo misma mientras recorres este viaje. Y recuerda que, como mamás, tenemos la capacidad de adaptarnos, de aprender y crecer. La flexibilidad y la resiliencia son nuestras aliadas en esta travesía.


Así que adelante, continúa construyendo el camino que mejor se adapte a ti y a tu familia. Y recuerda siempre que, sin importar la dirección que elijas, lo más importante es que esa elección sea auténtica y significativa para ti. ¡Eres una mamá valiente y capaz, y tu historia está llena de momentos de amor, aprendizaje y crecimiento!


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